sábado, 2 de junio de 2018

DESTRUYENDO (incendio) EL PATRIMONIO FORESTAL

Alarma en el norte
¿QUIÉN INCENDIA LOS BOSQUES DE LAMBAYEQUE?
A pesar de la falta de equipos, la Compañía de Bomberos atendió 20 de los 27 incendios registrados en Lambayeque.


 El 27 de febrero un incendio consumió cercad de 2 000 hectáreas e el caserío Santa Rosa, donde vive Edith Carranza.

En cuatro meses se registraron 27 incendios forestales que afectaron más de 5.000 hectáreas de bosque en Lambayeque. Bomberos e Indeci sospechan que traficantes de tierras habrían provocado el fuego.
Un ‘wishco’ sobrevuela el bosque hasta aterrizar sobre un tronco oscuro, agrietado, hecho carbón. Los pobladores del caserío Santa Rosa, ubicado a 50 minutos del distrito de Pítipo, en Lambayeque, llaman así al gallinazo de cabeza roja: un plumífero que busca animales muertos para alimentarse. Minutos después, otros dos ‘wishcos’ aterrizan sobre los restos de un algarrobo. El escenario es desolador. Cientos de árboles consumidos por el fuego hacen de este bosque un cementerio.
En cuatro meses, según cifras del Centro de Operaciones de Emergencia Regional (COER), 27 incendios acabaron con 5.200 hectáreas de plantaciones forestales y cultivos agrícolas (ver infografía), un área que es mayor a la de todo el distrito de Chiclayo, que tiene 5.000 hectáreas.
Solo en Santa Rosa, las llamas quemaron cerca de 2.000 hectáreas de bosque seco; mientras que en Salas, distrito que encabeza la lista de daños, fueron afectadas 2.300. Con estos números, Lambayeque se convierte en la región más afectada por el fuego, a nivel nacional, seguida por Puno, Cusco y Cajamarca.
El jefe regional del COER, Manuel Yerrén Callacná, precisa que estas cifras son preliminares, pues no todas las plataformas de Defensa Civil de los municipios cumplen con enviar su evaluación de daños. El deterioro podría ser mayor.
“Como son áreas de pastos naturales y no hay afectación a las familias, (los municipios) desestiman enviar sus fichas o no las envían a tiempo y eso retrasa la información”, se excusa el funcionario.
Por este motivo, la oficina del COER tampoco maneja estadísticas detalladas del 2017, pero Yerrén estima que se produjeron 23 incendios con una afectación de 2.000 hectáreas. Es decir, en los cuatro primeros meses del 2018 se dañó más que todo lo registrado durante el año anterior. Un dato importante es que las zonas incineradas en ambos periodos fueron similares (Salas, Olmos, Motupe), a excepción de Chongoyape, que aparece entre los distritos afectados del 2017.

Daños irreparables
Los incendios forestales no solo destruyen bosques o perjudican a la fauna que habita ese ecosistema, también traen consigo daños colaterales. El Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios (CEBEM) explica que la población expuesta de forma directa o indirecta a estos siniestros puede presentar mayor riesgo de enfermedades respiratorias, disminución de la función pulmonar y enfermedades cardiovasculares. Además, el suelo de las áreas afectadas puede volverse infértil, pues la quema favorece su erosión y pérdida de nutrientes.
"Se destruye el patrimonio forestal, el suelo no vuelve a captar bien el agua, se destruye la flora y fauna silvestre, ocurre la migración de especies en peligro. Es difícil cuantificar el daño que ocasiona, y la única forma de rehabilitar estas zonas es a través de la reforestación", afirman especialistas del Servicio Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor).
La reforestación en las áreas afectadas ha avanzado en un 30%. El Serfor señala que esto se debe a la falta de presupuesto.

Primeros indicios
Sea de forma intencional o negligente, la mayoría de los siniestros son provocados por el hombre. Para el Serfor y el Servicio Nacional de Áreas Protegidas por el Estado (Sernanp), su causa principal radica en las malas prácticas agrícolas de los campesinos, quienes queman los rastrojos (maleza) de sus chacras a fin de preparar el terreno para una nueva campaña.
"El fenómeno de El Niño costero dejó gran vegetación por estos sectores. Al pasar el tiempo, la humedad desapareció y quedó un material seco que es como combustible. Si la gente quema algo cerca, el fuego se extenderá de manera fácil", detalla el representante de Sernanp en Lambayeque, Antonio Gamonal Medina.
Sin embargo, los reportes que ha recibido el Instituto de Defensa Civil (Indeci) indican que gran parte de estos incendios son producidos por traficantes que buscan apropiarse de los terrenos.
"Se sabe que detrás de los incendios de este año y del anterior estarían traficantes de terrenos, especialmente en la zona de Chaparrí (Chongoyape y Pítipo) y Salas. En estas zonas se debe intervenir, porque incluso han muerto personas y eso genera preocupación", refiere el jefe regional del Indeci, Carlos Balarezo Mesones.
¿Es esto posible? El jefe de la II Comandancia Departamental del Cuerpo de Bomberos, Eduardo Estévez Albújar, asegura que estos incendios no pudieron iniciarse de forma natural, pues la temperatura para que esto suceda debería superar los 40° C, pero esta zona solo llega como máximo a los 30° C.
A pesar de la falta de equipos, los hombres de rojo atendieron 20 de las 27 emergencias generadas por este tipo de desastres.
"Uno de los hechos que nos hacen suponer que algunos incendios fueron provocados son las grandes cantidades de terreno afectado. Además, las horas y días donde suceden también se repiten constantemente. ¿Por qué? Estos indicios deberán ser investigados en su momento por la Fiscalía y la Policía ambiental", agrega Estévez.
Asimismo, el activista ambiental Javier Ruiz Gutiérrez afirma que este modus operandi es utilizado por los traficantes para limpiar el terreno y luego poder lotizarlo.
En el caso de la reserva de Chaparrí –según Ruiz–, durante el 2017 se registraron diez incendios que afectaron cerca de 300 hectáreas de bosque seco. Los comuneros denunciaron que en el sector Pampas Yaypón los invasores quemaron el área para luego retirar los árboles carbonizados con maquinaria pesada.
"Estoy convencido de que los traficantes de tierras están detrás de estos incendios forestales. Si fuera un hecho natural, sería constante todos los años en Lambayeque. Las malas prácticas agrícolas han estado siempre, entonces, ¿por qué no sucedían tantos incendios como ahora? Es evidente que el problema ha desbordado la capacidad de las entidades competentes”, argumenta Ruiz.
El ambientalista también refiere que los traficantes invaden Salas, Chongoyape y Pítipo, porque existirían proyectos hidráulicos para dotar de agua ciertas zonas del bosque seco.

En silencio
En el 2016, los distritos de Salas, Incahuasi y Cañaris fueron declarados en emergencia nacional debido a los incendios forestales. Hasta la fecha, el COER no ha podido determinar con precisión el área afectada y, a pesar de ser considerado un delito, la Fiscalía tampoco ha encontrado responsables.
“(En los incendios del 2016) jamás se determinaron culpables. Hubo un equipo de fiscales que fue a inspeccionar el lugar, pero no pasó absolutamente nada. Al parecer, las normas no están muy claras, el delito ambiental no está muy bien tipificado o los fiscales y jueces no lo entienden. Pero ese es un problema muy grave, si no se sanciona a los responsables eso va a continuar y le va a seguir generando grandes pérdidas al Estado”, cuestiona Balarezo.
Tanto la Fiscalía Especializada en Material Ambiental como la Policía Ambiental de Lambayeque se abstuvieron de declarar para este reportaje.
En medio de ese silencio, la teniente gobernadora de Santa Rosa, Edith Carranza Fernández, recuerda bien el incendio del pasado 27 de febrero. El fuego estaba por todos lados. No había una zona de escape. Las llamas rodeaban su granja. En ese momento pensó en su hija de cuatro años, se armó de coraje y junto a otras cien personas fue a apagar el incendio. Dos meses después, las huellas no se borran, las cenizas todavía vuelan por el aire.