DEWAYNE JOHNSOKN, echó glifosato por cuatro años en una escuela pública.
Muchos trabajadores no usan trajes de protección al aplicar plaguicidas.
Informe
Glifosato en Perú: Alerta en los cultivos
Un tribunal de los EE.UU. acaba de concluir que el glifosato
le provocó cáncer a un jardinero que lo usó por cuatro años. Se trata del
herbicida más usado en el Perú, en cultivos como el cacao, el café y el arroz.
La Dirección General de Salud Ambiental (Digesa) ha decidido iniciar una
investigación sobre sus efectos en la salud de los peruanos, que podría llevar
a que se prohíba su importación al país.
Óscar Miranda
Domingo, 19 de Agosto del 2018
El hombre se llama Dewayne Johnson, tiene 46 años y entre el
2012 y el 2015 fue jardinero en una escuela de la bahía de San Francisco.
Durante ese tiempo, con el fin de acabar con las malas hierbas, roció hasta 150
galones de Roundup, el herbicida más vendido del mundo, producido por la
polémica compañía Monsanto. A pesar de que trataba de cubrirse bien el rostro y
el cuerpo, algunos días era inevitable que el líquido le cayera encima. Un día
le salió una erupción y luego unas extrañas manchas en el cuerpo. El
diagnóstico fue devastador: tenía linfoma no Hodgkin, un cáncer del sistema
linfático. Incurable.
La semana pasada, Johnson se convirtió en la primera persona
en lograr que un tribunal –en este caso, la Corte Superior de California–
sentenciera que el glifosato, el principal agente químico de Roundup, provocó
esta enfermedad en un ser humano, algo que médicos y científicos de todo el
mundo venían advirtiendo que podía ocurrir desde hacía años.
El tribunal condenó a Monsanto a pagarle US$ 289 millones como
compensación por daños. Johnson no tendrá mucho tiempo para disponer de esta
suma. Es un enfermo terminal y sus médicos no creen que llegue al 2021.
La historia de este jardinero que vive en el otro lado del
continente no pasaría de ser en el Perú una triste noticia de interés humano,
salvo por el hecho de que el glifosato es el herbicida más vendido y usado en
la agricultura peruana.
No es una noticia menor. Y tanto no lo es que, en estos
días, los organismos públicos involucrados en vigilar el impacto de los
plaguicidas en la salud de los peruanos han decidido tomar cartas en el asunto
ante la posibilidad de que historias como la de Johnson puedan ocurrir en el
Perú.
Agricultores expuestos
Los hombres van y vienen por los surcos de un campo en el que
en unos días se sembrarán lechugas. Están rociando pendimentalina, un herbicida
de color amarillo. A unos metros, en el suelo, reposan dos botellas de
glifosato cerradas, que esta mañana no serán usadas. Los hombres no llevan
ningún traje especial para protegerse, como tampoco lo llevan los trabajadores
que echan insecticida en la chacra vecina, en la que las lechugas ya brotaron.
Parecen creer que ponerse una capucha en la cabeza es suficiente protección
para ellos.
No lo es, por supuesto.
Estamos en los alrededores del centro poblado de Macas, en
el distrito de Santa Rosa de Quives, a hora y media en auto del centro de Lima.
Luis Gomero, coordinador nacional de la Red de Acción en Agricultura
Alternativa (RAAA), nos ha traído para mostrarnos su pequeña finca, en la que
cultiva hortalizas orgánicas.
Pero lo que más nos sorprende de la visita es encontrar en
el camino a numerosos agricultores echando plaguicidas sin tomar las medidas de
protección adecuadas. El Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa) indica
que los trabajadores que aplican estos productos deben usar guantes, botas,
mamelucos de dos cuerpos y mascarilla.
Pocos de los que vemos cumplen estas indicaciones. Uno de
ellos, incluso, trabaja con las piernas descubiertas.
Luis Gomero dice que 3 millones de peruanos laboran en la
agricultura. Según sus cálculos, unos 147 mil se dedican a rociar plaguicidas,
es decir, están en permanente contacto con agentes químicos contaminantes.
¿Cuántos de ellos usan las prendas de seguridad que recomiendan las
autoridades? ¿Cuántos se dedican a esta actividad durante largos años?
¿Cuántos Dewayne Johnson están enfermándose en los campos de
cultivo peruanos, ante nuestros ojos, sin que nadie –ni ellos mismos– lo sepan?
"Nunca en los alimentos"
Cuando Luis Gomero estudiaba Ingeniería Agrónoma en la
Universidad Agraria, a fines de los setenta, poco después de que Monsanto
introdujera el glifosato en la agricultura mundial, sus profesores le enseñaron
que este herbicida solo debía ser usado para controlar el crecimiento de maleza
en carreteras, pistas de aterrizaje y canales de regadío.
"Nunca en los cultivos de alimentos", le dijeron.
Cuarenta años después, el glifosato es el herbicida más
usado en el cultivo de alimentos en todo el mundo.
¿Cómo ocurrió esto? Las razones son varias. La principal fue
que los herbicidas en general hicieron más fácil y más barata la erradicación
de hierbas y malezas, lo que en el pasado estaba a cargo de peones. Con los
años su precio se redujo –en el Perú, una botella de glifosato de 1 litro
cuesta en promedio 30 soles. Por último, las hierbas se hicieron más
resistentes, lo que obligó a aumentar las dosis.
En el 2000, la patente de Monsanto sobre el glifosato
expiró, lo que provocó la aparición de multitud de marcas que usaban la
molécula original. Pero la marca de Monsanto, Roundup, se mantuvo como la más
vendida, sobre todo después de que la empresa creó semillas resistentes al
herbicida. Esto permitió que, en países como Argentina, productor de soya transgénica,
campos enteros fueran rociados desde el aire sin el temor de que los cultivos
murieran junto a las malas hierbas.
Lo que los agricultores no previeron –y, según sus críticos,
Monsanto ocultó– fue que utilizar este agente tóxico conllevaba graves riesgos
para su salud. Y, posiblemente, la de los consumidores.
Los males que causa
La pediatra Flora Luna lleva muchos años investigando el
impacto de los alimentos en la salud humana. Fue una de las promotoras de la
Ley de Moratoria de Transgénicos y es una de las que mejor conoce en el país
los potenciales efectos nocivos del glifosato en nuestros cuerpos.
En su despacho en una clínica local, Luna nos muestra los
datos extraídos de la Antología Toxicológica del Glifosato, un volumen
elaborado por médicos argentinos a partir de la revisión de 830 artículos
científicos dedicados al tema.
Según estas investigaciones, los males provocados por esta
sustancia pueden ir desde hígado graso e insuficiencia renal hasta Alzheimer,
Parkinson, autismo y diversos tipos de cáncer, incuyendo el linfoma no Hodgkin,
sobre el que dos científicos, Hardell y Eriksson, ya advertían en una fecha tan
temprana como 1999.
La acumulación de evidencia científica llevó a que, en el
2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara al glifosato como un probable
carcinógeno humano (la segunda categoría en toxicidad cancerígena).
Sin embargo, en todos estos años, Monsanto ha seguido
sosteniendo que el glifosato es inocuo y que no causa cáncer.
Esta semana, Domingo le preguntó a la empresa Bayer, que
desde junio es dueña de Monsanto, en qué se basaba para sostener esta posición.
La respuesta llegó por escrito.
"Más de 800 estudios, incluido el U.S. Agricultural Health
Study (...), no encontraron ninguna conexión entre el glifosato y el cáncer. El
Instituto Nacional de Salud reafirmó recientemente que el glifosato no causa
cáncer y el EPA, la EFSA, la ECHA y otros reguladores alrededor del mundo
también han concluido que el glifosato puede usarse de manera segura",
señaló.
Sin embargo, en el curso del proceso entablado por Dewayne
Jonhson se dieron a conocer una serie de documentos internos –los llamados
'Monsanto Papers'– que revelaron que la compañía no estaba segura de que el
agente químico en cuestión no era carcinógeno.
Además, diversos científicos independientes han advertido
que los informes favorables de EPA, ECHA y los otros reguladores fueron
elaborados con datos proporcionados por la propia Monsanto, mientras que el
reporte de la OMS utilizó datos independientes. Una significativa diferencia.
Monitoreo sin glifosato
¿Qué está haciendo el gobierno para regular el uso del
riesgoso glifosato dentro del país?
Acudimos, en primera instancia, al Senasa, el organismo que
autoriza la venta de los plaguicidas. Humberto Reyes y Jenny Malpartida,
director y especialista del Área de Inocuidad Agroalimentaria, respectivamente,
enumeraron las indicaciones que figuran en las etiquetas de estos productos:
medidas de seguridad, dosis y período de carencia.
Pero, ¿qué pasa específicamente con el glifosato, que es
potencialmente cancerígeno? Los voceros del Senasa afirmaron que si es
cancerígeno o no es algo que ellos no pueden establecer. "Quien debe
determinarlo es la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa)",
apuntaron.
Por otro lado, es verdad que el Senasa desarrolla desde el
2011 un programa de monitoreo para detectar la presencia de plaguicidas,
medicamentos veterinarios y metales pesados en los alimentos que consumimos. Y
que los altos porcentajes de alimentos contaminados que aparecían en el 2015 y
el 2016 se han ido reduciendo.
Sin embargo, Humberto Reyes reconoció que en el programa no
está contemplada la búsqueda del glifosato. ¿Por qué? Según dijo, porque la
probabilidad de que contamine a los alimentos es baja, ya que se aplica antes
de la siembra.
Pese a lo dicho, informó que a partir del 2019 se incluirá
esta sustancia en la lista de químicos a detectar.
Se inicia investigación
Los voceros del Senasa señalaron que hace unos días, luego
de conocer la noticia de la condena contra Monsanto en California, solicitaron
a la Digesa que les indique si el glifosato es cancerígeno o no y si deben
adoptar medidas.
Así que acudimos a la Digesa en busca de esa respuesta.
Su director, Percy Montes, fue claro: para ese organismo, el
glifosato es "probablemente carcinógeno", tal como lo estableció la
OMS en 2015.
Le preguntamos si, entonces, no deberían adoptar medidas
específicas para prevenir que esta sustancia provoque la aparición de la
enfermedad en las personas que la manipulan.
Montes respondió con un anuncio.
Esta semana, la Digesa iniciará una investigación conjunta
con el Centro Nacional de Prevención de Enfermedades del Ministerio de Salud
para determinar posibles conexiones entre enfermedades y plaguicidas como el
glifosato. Paralelamente revisarán estudios internacionalesy locales.
"Eventualmente, se podría restringir o prohibir el
ingreso de este producto al país", dijo.
Montes también reconoció que esta decisión se adoptó tras
conocer el fallo sobre el caso Dewayne Johnson.
Así fue que, desde el otro lado del continente, el humilde
jardinero de San Francisco le recordó a nuestras autoridades que el agente
químico que lo enfermó también es un peligro para los peruanos.